martes, 22 de noviembre de 2016

RESEÑA: EL MAR DE LA TRANQUILIDAD




“Odio mi mano izquierda. Odio mirarla. Odio cuando se estremece y tiembla y me recuerda que mi identidad ha desaparecido. Pero la miro de todos modos, porque también me recuerda que voy a encontrar al chico que me lo arrebató todo. Voy a matar al chico que me mató, y cuando lo haga, voy a hacerlo con mi mano izquierda”.


Portada El mar de la tranquilidad
Katja Millay
Sinopsis: La antigua prodigio del piano Nastya Kashnikov solo quiere dos cosas: terminar el instituto sin que nadie conozca su pasado y conseguir que el chico que se lo arrebató todo –su identidad, su espíritu, sus ganas de vivir- pague por lo que hizo.

La historia de Josh Bennett no es ningún secreto. Cada persona a la que ha amado ha sido arrancada de su vida, y a los diecisiete años no le queda nadie. Ahora lo único que quiere es estar solo. Y parece que la gente comprende que no necesita compañía.

Todos excepto Nastya, la misteriosa chica nueva del instituto, que poco a poco irá acercándose a él. Pero cuanto más llega a conocerla Josh, mayor es el enigma. A medida que su relación se intensifica, las preguntas sin respuesta salen a la luz y él comienza a preguntarse si alguna vez sabrá quién es Nastya en realidad, o incluso si quiere descubrirlo.


El mar de la Tranquilidad es una novela young adult intensa y misteriosa con un punto de intriga que se mantiene al mismo nivel durante toda la lectura. Un libro en el que se nos van desvelando con cuenta gotas los detalles de las vidas de unos protagonistas potentes y magnéticos.

Una novela en la que existen dos voces narrativas que se van alternando. Además, cada capítulo está precedido por un monólogo interior, que nos va descubriendo los sentimientos, deseos y pensamientos de cada uno de los protagonistas. Por otro lado, aparte de la trama de venganza por parte de Nastya, en la novela destaca también la trama amorosa, una historia de amor que no comienza con un flechazo, sino que se va cocinando poco a poco, a fuego lento.


Los protagonistas son Nastya y Josh, dos personas rotas que se encuentran en el camino y tratan de arreglarse mutuamente.

Nastya no habla. Es lo primero que conocemos de ella, casi lo único seguro que conocemos de ella. Un personaje protagonista muy alejado del prototipo de chica de muchas novelas románticas juveniles, lo que ya de por sí atrapa al lector desde el principio. Un personaje potente, que emana mucha fuerza pero también sensibilidad.

“En realidad, morir no está tan mal cuando ya lo has hecho una vez. Y yo lo he hecho. Ya no tengo miedo de la muerte. Tengo miedo de todo lo demás”.

A este personaje se le une Josh, un chico solitario que evita todo contacto con la gente. Sin embargo, ambos personajes se ven irremediablemente atraidos el uno por el otro. De este modo, cada personaje supone para el otro un mar de tranquilidad: una superficie llana donde aterrizar y sentirse seguros, tranquilos.

Josh tiene una habilidad especial y un hobby: la carpintería, en la que se vuelca por completo. Su mundo, el pequeño mundo que se ha creado cuyo único habitante es él, se ve tambaleado por la llegada de Nastya. Esa frialdad e introversión propias de él se dejan entrever en sus relaciones con las chicas. Mantiene con una chica, una universitaria, una relación puramente corporal, física, alejada de todo sentimiento. El único contacto que se permite con el resto del mundo es con Derek, su mejor amigo, y su familia.


En conclusión, El mar de la tranquilidad es un libro intenso, sorprendente y tremendamente atrapante, que te tiene en vilo hasta el final. Una vuelta de tuerca a la típica novela juvenil con una protagonista única, descarada y magnética.


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