Sinopsis: Ha pasado el
tiempo para Quirke. La muerte de su gran amor y el distanciamiento de su hija
han conseguido acentuar su carácter solitario, pero su capacidad para meterse
en problemas continúa intacta. Cuando Billy Hunt, conocido de sus tiempos de
estudiante, le aborda para hablarle del aparente sucidio de su esposa, Quirke
se da cuenta de que se avecinan complicaciones, pero, como siempre, las
complicaciones son algo a lo que no podrá resistirse. De este modo se verá
envuelto en un caso sórdido en el que se mezclan las drogas, la pornografía y
el chantaje, y que una vez más pondrán en peligro su vida.
El
otro nombre de Laura es el segundo libro de una serie de novela negra protagonizada por el
patólogo Quirke. Sin duda,
recomiendo empezar por el primer libro de la saga, ya que al leer esta novela
como un libro independiente te pierdes muchos detalles de la biografía de los
personajes, llegando a no entender algunas de las decisiones y formas de actuar
de estos.
Billy Hunt, antiguo
compañero de universidad de Quirke, le habla del supuesto suicidio de su mujer
y le pide algo insólito: que no se le practique la autopsia. A raiz de esta
petición comienza una investigación sobre lo que realmente ocurrió.
Paralelamente, vamos conociendo la vida de Deirdre
Hunt o Laura Swan, los dos
nombres a los que respondía la víctima y que correspondían a dos personas muy
diferentes. La vida de Laura, no solo estaba ligada a su marido Billy, también estaba
conectada con el Dr. Kreutz y Leslie, su socio. Entre todos ellos se va creando
una telaraña, una trama un tanto compleja y débil que deja algunos cabos
sueltos.
El protagonista es Quirke, un patólogo reservado y
solitario. Un ex bebedor que está muy marcado por la abstinencia y una persona
que se piensa mucho las cosas antes de actuar. Sin embargo, solo se nos ofrece
una ligera idea de cómo es el protagonista, lo que realmente te hace
cuestionarte algunas de las decisiones que toma.
Por un lado, el libro da
la sensación de que se atasca tras la muerte de Laura, es decir, tras las
primeras páginas, pues según iba leyendo tenía la sensación de que la trama no
avanzaba. Se sucedían más las descripciones que las propias acciones, lo que da
a la obra lentitud. Por otro lado, creo que no se le puede ni llamar
investigación al trabajo que realiza Quirke, ya que los hechos no se van
aclarando porque el protagonista profundice en ellos, sino que poco a poco, de
alguna manera, se nos van desvelando según avanza la historia. También echo de
menos más información, por ejemplo, sobre el tejemaneje entre Leslie y Kreutz;
así como una sobredosis de casualidades entre los personajes, todos acaban
conociéndose.
En resumen, una novela
negra (lo mejor del libro, el género) con una trama densa y lenta, con varios
cabos sueltos y demasiadas casualidades.