jueves, 14 de julio de 2016

RESEÑA: EL JUEGO DE CHRISTOPHER. WONDER



"Yo solo tenía dos días de vida la primera vez que vi a Auggie Pullman. Yo no me acuerdo, claro, pero me lo contó mi madre. (...) Auggie ya tenía tres meses. Había tenido que quedarse todo ese tiempo en el hospital porque necesitaba que lo operasen para que pudiera respirar y tragar."



Portada El juego de Christopher
R.J. Palacio
El juego de Christopher es la tercera entrega de la saga Wonder de J. R. Palacio, una nueva entrega en la que nos dan el punto de vista de Christopher, el mejor amigo de August. Tras enamorarnos de Auggie en La lección de August y conocer la historia de Julian, ahora se nos abre un nuevo frente en esta historia: ¿cómo era la vida de August antes de ir al colegio? La respuesta la conoceremos de la mano de Christopher.


Sinopsis: Christopher fue el mejor amigo de August desde que eran bebés hasta que se cambió de casa. Estuvo a su lado durante todas sus operaciones y desengaños, y también en los buenos momentos, como cuando veían La Guerra de las Galaxias o imaginaban viajar juntos a Plutón. Pero desde entonces han pasado muchas cosas, y Auggie y Christopher han tenido que aprender que la verdadera amistad merece un esfuerzo extra.


El juego de Christopher es un libro que transcurre en un solo día, alternándose con algunos flashbacks que nos explican algunas de las situaciones. Christopher es el mejor amigo de August desde que eran unos bebés, y está más que acostumbrado a su aspecto. Sin embargo, todo cambia al mudarse de casa. Al contrario que con los protagonistas de los otros libros, en Christopher se da un cambio a la inversa. Por un lado, tras la mudanza y conocer a otros chicos de su edad, Christopher empieza a ser consciente del aspecto de August y a avergonzarse de él cuando ve cómo reaccionan sus nuevos amigos ante su aspecto. Por otro lado, por egoísmo, pues al pensar que su madre había acudido en ayuda de sus amigos en vez de ir a donde su propio hijo, empieza a ver las cosas injustamente.

Christopher es un personaje que se deja llevar por lo que dicen los demás, y las ganas de quedar bien, caer bien y no hacer el ridículo, lo que le lleva a portarse no demasiado bien con uno de los miembros de su grupo de rock extraescolar (símil con la historia de su amigo Auggie). Sin embargo, la situación cambia cuando se da cuenta de que a pesar de ser casi las doce de la noche, August se queda a su lado para ayudarle con su examen de matemáticas. Entonces es cuando cobra sentido para él aquella frase que dice su madre: “cuando los buenos amigos nos necesitan, hacemos todo lo posible por echarles una mano”.

Un tercer libro que a pesar de que pueda parecer innecesario, al leerlo no nos hace sino darnos cuenta de lo, precisamente, necesario que es para comprender un poco más el mundo de August y la gente que lo rodea. Una novela juvenil de nuevo imprescindible para todos aquellos que se engancharon a Wonder.

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